Put People First! PA está construyendo el poder de las personas oprimidas y desposeídas en Pensilvania por medio de la unión a través de las diferencias y al tomar acción juntos. En nuestra lucha por los derechos humanos básicos, nos enfrentamos a los grupos más poderosos de nuestra sociedad, aquellos que se benefician de nuestra pobreza y se aferran a su poder fomentando la división y desorganización en nuestras comunidades. Debemos derrotar a una fuerza opositora potente si queremos ganar.

Esto quiere decir que debemos ser inteligentes sobre la forma cómo nos organizamos: nuestras buenas intenciones no son suficientes. Luchar contra un enemigo significa que debemos aprender dónde están localizadas sus fortalezas y sus debilidades; debemos saber dónde están nuestras propias fortalezas y debilidades, cómo nos podemos fortalecer y cómo podemos debilitar a nuestro enemigo.

Sabemos que nuestra principal fortaleza está en los números: somos muchos más los pobres y desposeídos que las personas en las clases gobernantes. También sabemos que nuestros números son una fortaleza únicamente si nos organizamos. Esto quiere decir que tenemos que aprender cómo organizarnos de manera masiva, a través de las diferencias.

Aprendemos sobre todas estas cosas – quiénes somos, quién es nuestro enemigo, nuestras fortalezas y debilidades, así como las de nuestros enemigos, cómo organizarnos, cómo fortalecernos, cómo incrementar nuestros números – de diferentes maneras. Las aprendemos al estudiar historia y teoría, y aplicando intencionalmente lo que aprendemos a nuestro presente. Esto lo hacemos observando de cerca otros intentos por organizar a los pobres y al estudiar y reflexionar sobre nuestro propio trabajo, nuestras actividades y nuestra historia como organización.

Todas estas formas de aprender estas cosas están conectadas y dependen de que nosotros efectivamente actuemos juntos. No hay manera de saber qué demandará el que nos organicemos masivamente y a través de las diferencias si no salimos y lo hacemos. No hay manera para realmente saber qué tanto nos hemos fortalecido, o si hemos identificado correctamente las debilidades de nuestro enemigo, excepto cuando luchamos activamente por nuestros derechos.

Eso es lo que quiere decir que “la lucha es una escuela”. Hacemos de nuestra lucha una escuela cuando extraemos lecciones de nuestra forma de organizarnos; y fortalecemos nuestra organización cuando reflexionamos sobre lo que hemos hecho a la luz de lo que ya sabemos gracias a nuestras experiencias, de nuestro estudio de historia, política, economía y de las lecciones de otros esfuerzos por organizarse entre los pobres.

A través de todos estos esfuerzos juntos elevamos el concepto de “la lucha es una escuela” y lo convertimos en una realidad de nuestra organización, inherente a todas las acciones emprendidas. De esa manera, “la escuela es una lucha” se convierte en parte activa de nuestra cultura organizativa, de manera que constantemente evaluamos dónde estábamos en el pasado, dónde nos paramos en el presente y tomemos pasos constructivos e informados para movernos hacia adelante.

Hacer de nuestra lucha una escuela significa aprender de nuestros éxitos, fracasos, victorias y deficiencias. Esto quiere decir tener la madurez y disciplina para ser honestos con nosotros mismos como organización y la sabiduría para saber que estamos involucrados en un proceso largo con muchos pasos y etapas.

Hacer de la lucha una escuela no está limitado a aprender cómo planear mejores acciones, o cómo mejorar nuestras reuniones, o ir de puerta en puerta o conocer a representantes, aunque todo esto es parte importante del proceso.También quiere decir tomar el tiempo para reflexionar sobre lo que hemos aprendido sobre nuestro enemigo y qué será necesario para derrotarlo: qué será necesario para construir una organización que se sostenga y que gane.

Una parte necesaria de hacer de nuestra lucha una escuela es tomar el tiempo para evaluar colectivamente las cosas que hacemos como organización. Evaluar significa más que preguntar qué salió bien y qué se puede mejorar en el futuro. También significa extraer lecciones políticas de nuestro trabajo: lecciones sobre qué debemos hacer para fortalecer nuestra unión, organización, y liderazgo de nuestra clase enfrentando la oposición sofisticada y determinada de aquellos en el poder. Enseguida listamos algunas preguntas generales y guías para evaluar como parte de la práctica de hacer de la lucha nuestra escuela:

  • ¿Cuáles eran las metas de la actividad siendo evaluada? ¿De qué maneras se lograron o no estas metas y porqué? ¿Fueron las metas correctas/ fue esta la acción necesaria para avanzar la estrategia de nuestra organización?
  • ¿Qué aprendimos hoy sobre la construcción de una organización de los pobres masiva y políticamente independiente?
    • ¿Qué desafíos alrededor del Liderazgo a través de la Diferencia surgieron durante la preparación de la actividad y la actividad misma? ¿Qué aprendimos sobre liderar a través de la diferencia?
  • ¿Qué aprendimos sobre las fortalezas y debilidades de la clase gobernante? ¿Qué aprendimos sobre las fortalezas y debilidades de nuestra propia clase?
  • ¿Cómo podemos aplicar lo que hemos aprendido?

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This content originally appeared in Put People First! PA’s semi-annual newsletter, The Keystone. The Keystone is a great introduction to Put People First! PA, our work, and our community. It’s all written by our members for our own communication and education, and for supporters and new relationships to get to know us better. Each issue features reports from our work, news about our victories, stories about the health care system and the other issues affecting our communities, and poetry and artwork. Check out past and present editions here: Newsletter Archive.

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